Poemas

Pistilos del miedo

Nada vean, sálvense, mínimas neblinas. Pájaros de penumbra en los que hierve mi sangre. No beban de mi frente por más que suba contra ustedes como desde el árbol de su fijeza huye el niño de aquellos mastines que se reparten su tacto, su respiración hecha a estancias más abiertas. Enturbiar no se dejen por […]

pedrada

abre esta niebla, isla, quiébrame la cintura. un pavor más humano al fondo nos espera. y se sabrá por qué sentimos tan afuera del cuerpo el corazón, tanto horizonte, dura perla resbaladiza sobre nuestras espaldas. enanos al servicio de un rey del que no vemos ni rostro ni corona; sin embargo, debemos desde abajo causarle […]

piedra

solo tienes tu mente, es el fondo de la cueva. sobre ese caleidoscopio de eclipses esbozados por un sueño en llamas, debes ir dibujando, descubriendo los grandes animales de mirada petrificante. pero en alguna grieta sientes gotear el tiempo justo para sacarle música al cetro de tu herida. ¿con qué manos? ¿con qué lamparilla separar […]

música de trasfondo

no grites desde lejos, alejandra, vas a intentar sin querer un lazo con tus párpados, para levantar la aguja del disco. nuestra huella de agua sobre la mesa está sobreviviendo al rostro. acércate desde adentro con toda la rabia de lo que no nos pertenece. a esta hora vaciaré en el polvo de las cortinas […]

atlas

he aceptado mi cuerpo. máquina grasienta donde son descorazonados minuciosamente los plausibles gorriones. esas gaviotas tullidas que solo anuncian horizontes aplastados contra la tierra artificial del jardín. lo he dejado crecer. levantaba el piso. agrietaba sordamente las paredes. adonde quiera que yo huía, solo marchaba delante suyo, presintiéndolo un poco. y al fondo de mi […]

Voz interior

Y el que había muerto salió, atadas las manos con vendas, y el rostro envuelto en un sudario. San Juan, 11,44 Como de ojos es el fondo. Ten blanda fe. Vuelve al río distinto siempre, el vacío de la culpa, y sé más hondo. Sé tú: grito solo, orondo día afuera de Dios. Cuaja tu […]

Plegaria a una foto de Martí entre las cañas

Vaga tu risa limpia por los cañaverales con un sabor a fuego cribado en las raíces, tu carcajada inmóvil crece en lo que no dices y el hollín provinciano encabrita las sales de mis labios cansados de asirse a tus breñales. Si dejas de mirarme así, con esa herida como el filo tan verde de […]

Pequeña petición de asilo político a san Francisco de Asís

En la patria torcida de mis ojos cerrados soy las aves que cazan y torturan con ecos. Si crees que ando de espaldas al sol, lanza en los huecos de mi rostro las negras semillas de tus prados, los gritos… y verás abrirse estos candados. Dame, hermano Francisco, la libertad salvaje para alzar desde el […]

Palabra de Gelsomina

Vacié una a una las cajas, y hasta la mayor, la azul. ¿Dónde te asfixias, Raúl, en qué filos de navajas? ¿No vas a usar las barajas sopladas bajo el castillo? Habla ahora, monaguillo de ojos griegos, vuelve aquí antes de que el colibrí se nos duerma en el gatillo. Hiere el templo acompasado por […]

El ángel discierne ante la futura estatua de David

(Fragmento) 1 Mandé a clavar estíos y ventanas. Oigo el martillo gastarse y crecer bajo la tierra líquida de mi país. Hasta que la penumbra de tanta soledad ya no me conceda asentir otras líneas torcidas en esta mano que iba a ser talada antes de la transparencia. Al filo de su espanto se dobla […]

Opiniones

«La narrativa de Francis es toda metáfora y no creo necesarias pupilas especiales. El trasfondo existencial de su propuesta, el cuestionamiento o, podríamos decir, el reordenamiento de un entorno con frecuencia inalterable se vuelve uno de sus aciertos».

Otilio Carvajal
Escritor

«Cuando terminé de leerme Secretos equivocados (Editorial Betania, 2015), sentí urgencia por buscar a su autor y darle un abrazo largo, de esos que solamente se le prodigan a un hermano mayor cuando realizó la proeza de llegar, con las rodillas ripiadas, a la Meca Literaria. Cada cuento del libro me atravesó los huesos».

«La posesión infinita se esconde, como almendra de rareza escanciada, en la poesía de Francis Sánchez, que sabe al hombre desasido de todo dominio: «Ni la palabra noche, ruido o pecho / son mías, ni la palabra palabra». Pero esa misma ausencia de dominio, esa independencia misma del Verbo, lo convierten en quien, por esencia, ha de elegir con misteriosa libertad».

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