Voz interior
Y el que había muerto salió,
atadas las manos con vendas,
y el rostro envuelto en un sudario.
San Juan, 11,44
Como de ojos es el fondo.
Ten blanda fe. Vuelve al río
distinto siempre, el vacío
de la culpa, y sé más hondo.
Sé tú: grito solo, orondo
día afuera de Dios. Cuaja
tu sed: corazón, migaja
donde apoyar la cabeza:
sombra entre la sombra espesa.
¡Ven, Lázaro, otra vez! Baja…
En: Luces de la ausencia mía (Colección Arabuleila, Ayuntamiento de Armilla, Granada, España, 2001).