Otilio Carvajal
«Cuando terminé de leerme Secretos equivocados (Editorial Betania, 2015), sentí urgencia por buscar a su autor y darle un abrazo largo, de esos que solamente se le prodigan a un hermano mayor cuando realizó la proeza de llegar, con las rodillas ripiadas, a la Meca Literaria. Cada cuento del libro me atravesó los huesos. Es el conjunto de episodios que los lectores adictos queríamos leer desde hacía mucho tiempo y nadie tuvo la temeridad de escribirlo. Sí, porque para escribir este libro no solamente se precisa adultez literaria y gran capacidad para enjaezar la magia, que precisa el relato, con una poderosa herramienta lingüística sino —y sobre todo— gran temeridad para desnudarse desde la esencia y quedarse indefenso entre los millones de verdugos que existimos en el mundo de los lectores.
Se trata de un libro cruel, fervorosamente cruel. Nace en esa caja ruidosa que tenemos los humanos en el centro del pecho y viaja sobre un soberbio barco de palabras por las heridas abiertas, que están –aunque luchemos por esconderlas– en el mismo centro de las ilusiones. De ahí las desgarraduras. De ahí el susto y la renovación que resultan después de la lectura».