Responso por un niño suicida
A la memoria de Yuri.
¿Qué burbuja de sangre y silencio te eleva
a través del sol lejos, hacia un infierno dulce?
Ojalá ya un flautista a mí también me expulse
de este universo, como el que ahora te lleva.
Mis sueños en manada tras una canción nueva
hipnotizados huyan de puertos y ciudades.
Rojas, soñadas frutas: ¿qué árbol de qué verdades
ampara a los suicidas? Sentado en una rama
alta, frágil y espesa, velas cómo una llama
torcida crece a costa de nuestras heredades.
Desde donde estés, mírame. Con tus ojos, se alfombre
la plomiza memoria de mis rabias y ruidos.
Gastabas en espuma tus manchas, tus sentidos,
le quitabas a Dios letra a letra su nombre
condenando las puertas que van del hombre al hombre.
Mi alma jamás aprenda a sentirse segura.
¿Con qué temblor, con qué corpulenta blancura
ya entrabas a la vida, que hirió tus ojos tanto?
Préstame solo un poco de ese divino espanto
para no acostumbrarme a andar en la espesura.
En: Luces de la ausencia mía (Colección Arabuleila, Ayuntamiento de Armilla, Granada, España, 2001).