Bajo la vida


Nosotros los sobrevivientes

a quién debemos la sobrevida.

R. F. Retamar


Vamos, sombras amargas, por eriales

donde han sido borradas las marcas de Dios súbitas,

las marcas de mareas de sueños destrozados.

Nos ponemos, comemos y vestimos palabras

que nadie necesita,

las congojas de musgo en torno al agua negra.


Será que lo que nunca habitamos se pudre

como un grito estudioso debajo de los dientes.

Por el cielo se pasan versículos de tránsfugas.

Se comercia en el aire con castillos y príncipes.

Y se embotan abismos donde nombres enfermos

penetran los cuerpos con una sangre muerta.


Observamos, derivamos y cavamos el ocaso

de la maldita patria en todas partes,

atentos al rodaje de las transformaciones,

el pájaro decapitado, la estrella hermosa y helada

para empeñar el arte de ser indiferente.


No nos hacemos, ni buscábamos ni dábamos más preguntas.

Somos ya las preguntas, las negaciones que se conceden

al que va a morir, al que va a olvidar.

Las primeras y las últimas preguntas abarcadoras.

Y en toda la circunferencia del miedo habitado hemos perdido

la ciudad y el exilio, la voz y los potros de la anunciación.

Reservamos, elevamos a toda la tierra conocible

las deudas de otra vida, un mar de sangre negra.


Vamos, nevamos como efímeras aspiraciones

en las plazas de aldeas lejanas donde hemos oído

a nuestro corazón detenerse.

Pocos amos y pocos ramos de tumbas y pañuelos

no nos hacen volver la mirada brillosa

a través de la carne sin memoria de las estatuas.

Grano de amor que rasga y desnuda la vida,

para seguir despierto, vela el sol de la noche.


Bajo nuestras cabezas, bajo el cáliz amontonado

halan siempre el mantel y no caemos completos;

nunca estamos aquí del todo.

No sentimos las caras ni el mar tan bien alineados

delante de la aurora.


Vamos a lo que somos, al racimo de esperas

y pérdidas como el oleaje de una sed infinita,

marcas de sombra súbita, sombras del mar dormido,

cicatrices de sueños que nos borran los frutos

y solo dejan ese sabor inconfesable.


En: Textos muertos (Ediciones Ávila, Ciego de Ávila, Cuba, 2015).



Opiniones

Norges Espinosa
Escritor

«Palabras que se hilvanan a través de sonetos, décimas […] y de un verso libre que gana sus mejores momentos en poemas tan ceñidos y seguros de su humildad».

«La poesía de Francis Sánchez es una revelación dentro de las letras cubanas, y una voz que viene a sumarse a las grandes voces jóvenes en el ámbito internacional».

«Poesía que entronca directamente con la gran poesía del siglo de oro español, de una riqueza rítmica y expresiva impresionante. Poesía que muestra muy a las claras un vasto conocimiento de la literatura clásica, hispana y no hispana […] que otorga —y exige— a cada poema una lectura detenida y pausada».

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